«¿Qué podemos hacer con la gente que lo va a pasar mal por esta pandemia?». Esa es la pregunta que el cardenal Carlos Osoro invita a hacerse a las familias en un vídeo hecho público en vísperas del Domingo de la Divina Misericordia.

El arzobispo de Madrid subraya que, en estos duros momentos marcados por el coronavirus, hay gente que ha perdido el trabajo, hay gente también sin salud, que no tiene compañía, y anima a ser creativos para darles «posibilidades de vivir».

Con el convencimiento de que es posible hacer «una revolución de las familias», pide a estas que hagan un dibujo de la Virgen y Jesús y, junto a ellos, lean y compartan el pasaje de las bodas de Caná (Jn 2, 1-12) para ver cómo entregar «lo mejor» de cada uno:

A los tres días había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: «No tienen vino». Jesús le dice: «Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora». Su madre dice a los sirvientes: «Haced lo que él os diga». Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dice: «Llenad las tinajas de agua». Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dice: «Sacad ahora y llevadlo al mayordomo». Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llama al esposo y le dice: «Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora». Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él. Después bajó a Cafarnaún con su madre y sus hermanos y sus discípulos, pero no se quedaron allí muchos días.

«La familia es una gran empresa que puede cambiar este mundo», concluye el purpurado antes de rezar un avemaría.

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